El arte de la canija.

Qué cansado estoy de no cansarme...
Maldito y bendito el arte
que mi madre me cedió.
Que me enseña a enseñar,
y me permite soñar
en los peores momentos.
Parece tan fácil volar
cuando el suelo se está rompiendo...
Y aunque de madera, no tomen vuelo
ellas siempre perseveran.
No les hace daño el fuego.
                                       A.J.P.R.

Leyendas.

No es la marca de los zapatos,
es la cantidad de arena que los ensucian.
No es tu nombre.
Son tus pasos.
Tú eres tu historia,
así que cuida tus actos.
Que me llamen y me nombren,
no creo que nunca sepan
todo lo que hice.
Recordarán leyendas.
Pero si andas cerca de la orilla
se borrarán tus huellas.
                                A.J.P.R.

El canto de los grillos.

El canto de los grillos
tiene eco.
Eco que suena
en los últimos rincones
del infierno.
Allí hay un grillo.
Sólo.
Escuchando el canto
de sus hermanos.
                         A.J.P.R.

Como los nardos.

A través de ellos puedo ver tanto...
Y a la vez son como espejos
donde verme reflejado.
Si quiero zambullirme,
no tengo más que mirarte.
Es un mar tan azul y tan profundo
que no da lugar para lo no importante.
Por eso tiemblo al enfrentarlos.
Esos ojos, preciosos.
Como los nardos.
                         A.J.P.R.

Maldición al sueño.

Maldigo al sueño
por mentir vilmente cual traidor.
Arrebatarme a conciencia
latidos de mi corazón.
Disipar de mi débil estado
cariño e ilusión.
Agradezco, inocente realidad
el pellizco del despertar
pues me has devuelto en humilde vida
el deseo del buen amar.
                                   A.J.P.R.

Aquellas saetas verdes.

Aquellas saetas verdes
que se doblaban y brillaban al sol,
ensombreciendo el humo fuerte
y la ferviente ilusión,
de aquel de aguas vistas
y perdido corazón,
que sin rumbo, naufragado,
y de brújula, pasión.
Emociones con cautela
tras estela del amor
                              A.J.P.R.