domingo, 20 de mayo de 2012

Capítulo 1 . Cómo añorar la lucidez.

Su despertar fué tan lento, como se llena un vaso con lágrimas. Tenía el suelo que pisaba  a menos de tres palmos y medio de la nariz, y parecía que seguía lloviendo por la humedad que casi no le dejaba respirar.
 En su cabeza se auto exaltaban pequeños pensamientos que cargaban de pereza sus párpados, los ojos no tenían ganas de ver porque temían volver a errar.
 Estaba tumbado en ese pequeño habitáculo bajo el suelo del insignificante barco, y ni siquiera reparó en como podía seguir siendo tan afortunado de abrir los ojos una vez más.
 No sabía donde flotaba,y eso no le preocupaba. La luz gris entraba por un par de grietas, y su vista se acostumbró fácilmente a la poca iluminación. Un pequeño canario hacía mas indudable su presencia en el mundo de los vivos, y cantaba sin miedo alguno, demostrándole al mundo su valía con cantos que revitalizarían hasta a la misma muerte.
 Sus movimientos lentos y perezosos lo hicieron incorporarse hasta apoyar la espalda en la pared curvada del camarote. Miró a su izquierda y vio las botellas de cristal que contenían el agua , que eran bien numerosas, todo lo contrario respecto de las de ron, que brillaban por su ausencia. "Se acabó el embriagarse para olvidar", le pareció oir. El movimiento del mar mecía el barco, y a él, quedando embobado sin pensar en el tiempo. No solía desayunar para mantener mejor las cada vez menores reservas de alimento, ¿pero, qué importaba ya?. Las naranjas estaban recubiertas en moho, y ya era hora de ir tirándolas, tenía perejil que aunque no tan gustoso, le proporcionaba vitamina C. Los boquerones estaban en sal para mantenerse por más tiempo , amarrados por las aletas caudales a un hilo que iba de un lado a otro del camarote. Tenía cajas con especias exóticas como tomillo, vainilla amarga, y algunos trozos de caña de azúcar liados en hojas de banano para mantenerse un poco mejor.
 Cuando guardó el valor suficiente, se aupó un poco, y andó a gatas hasta la pequeña escotilla, la abrió, y fue levantándose ,notando como sus músculos dejaban de estar entumecidos. No paraba de llover, y el mar daba un poco de tregua porque estaba relativamente tranquilo, por lo que debería andar lejos de cualquier costa, isla, o trozo de tierra lo suficientemente elevado del mar como para estar a salvo de las injustas corrientes marinas. No le importaba mojarse la camisa y los pantalones, la comodidad es algo  que quedó muy atrás para él , concretamente , desde la última vez que pisó aquellas escalinatas de mármol, que a medida que las bajaba, no sólo dejó atrás la comodidad, si no su vida misma, o eso le repetía el canario todas las mañanas. Se acordó de algo que había olvidado, sacó su reloj de bolsillo y miró la hora. Eran las 2 del medio día, temprano. Volvió a entrar al camarote, y cerró la escotilla de madera. Se sentó en su hueco, donde le gustaba estar, delante de los dibujos hechos con barra de grafito  que mostraban un abanico amplio de trazos que parecían componer algo, o al menos para él. No eran suyos los dibujos, por eso le encantaba mirarlos, alguien se los hizo a él, y cuando los miraba, suspiraba casi sin darse cuenta . Se lió un cigarro con tabaco picado, que seguramente sería lo único que mejor libraba de la humedad en los malos días, al igual que el mechero. Guardaba este mechero y el tabaco picado con su papel de fumar en una caja de metal pequeña , metida a su vez en una caja metálica llena de arroz, para mantener estos utensilios bien secos. Se encendió el cigarro, y a continuación respiro hondo, llenando sus pulmones de ese humo blanco, que dejaba escapar por la boca lentamente, mientras miraba los dibujos frente a él, al otro lado, en otro sitio.
- Mira Toivoa - Decía mientras escupía el humo y sonreía- ¿ No te encanta a ti también mirar su silueta en ese dibujo? , parece que nos está mirando.
 El canario no miró el dibujo, pero pió como respondiéndole. Él metió la cabeza entre las rodillas, con el cigarro entre los dedos de la mano derecha, y sin mirar el dibujo, lo veía , igual que veía la lluvia que caía sobre el techo que tenía encima, igual que veía las escalinatas de mármol, igual que veía la silueta de la mujer. Podía verlo todo sin tenerlo delante, y se asombraba por ello.
  Una gota procedente de alguna grieta le apagó el cigarro, y entonces  volvió a ser consciente y levantó la cabeza. Y vió el dibujo, pero no veía el cielo, no veía las escalinatas de mármol, y no veía la silueta de aquella mujer. Maldijo el cigarro y lo tiró a algún rincón, donde estaba condenado a apagarse completamente, por la humedad creciente que arropaba al pequeño camarote.
 Le acercó al animal unas semillas de cáñamo un poco rancias al pequeño palo donde siempre estaba apoyado sin coger vuelo, se apoyó en la palma de su mano, y picoteó las semillas.
- Lo siento , en cuanto lleguemos a tierra te traeré mas semillitas, y si hay suerte, restos de chopo para que puedas afilarte el pico.
 Toivoa tenía hambre, y no reparó en lo que le decía el lobo de mar, sólo se ocupaba de comer sus amadas semillas de cáñamo.
 Él volvió a levantar la cabeza, y miró de nuevo ese dibujo concreto en el que decía ver una silueta.
- Mira Toivoa, ella nos sigue mirando.
 Para entonces el canario había terminado de comer, y comenzó a cantar. Cantos que resonaban en la cabeza de él, cantos que le hacían mirar los dibujos con ilusión nueva todos los días. Cantos que no entendía aún, pero que eran el hilo que unía su cordura y su amargura.
 Sacó su navaja y arrimó un trozo de madera pequeño, que empezó a desastillar, y luego, a cortar, tallándolo, dándole forma a algo. Movía la muñeca y cortaba trocitos de madera con una destreza única, mientras pensaba en el color de la arena, en la frialdad del mármol , y en el calor de la carne. Y por supuesto, en el cáñamo para Toivoa.

jueves, 19 de abril de 2012

Hundido.

Me hundo.
En lo profundo.
He llegado al inframundo.
Pena sin gloria . Las razones
en los corazones sepultados por tierra.
Huele a humo, y las cenizas hacen crecer la hiedra
que se riza hasta estrangular árboles azules, las venas.
Busco el camino de arena, que se funde hasta ser cristalina,
y entonces su firmeza me conduzca seguro a ver la luz del día.
                                                                                                    A.J.P.R.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Con un cigarro encendido.

Me gusta verme reflejado
con un cigarro entre los labios

El color de mis ojos
guarda en esencia otras circunstancias,
que son las cavilaciones
de lo que han sido nuevas situaciones.

El canto me tiene más vivo,
y no confundirlo con perdido.

Olvidé el sabor
de la miel, el limón y el vino.
Y con el carnaval
terminé de recobrar
el sentido.

Tiemblo con frecuencia,
aún estando en ausencia
la que embellece la estancia
con su presencia.

Me despiertan mis amigos,
y la guitarra de mi Manuel,
tocando algunos estribillos...
Y es que parecemos grillos,
cantando en cualquier rinconcillo.

Mi abuela ya no escucha bien,
pero en sus ojos de tuna guarda
el brillo del cariño que siempre dió

Vaya dúo de hermanos tengo.
Imaginarme andando solo
hacen plantearmelo un juego.
El que se piensa maldito
es humano, y bendito,
pero lo eléctrico 
del temperamento,
le hace verse vestido por defectos.
Pero el tete es más que eso.
Al otro lado tenemos
el que ha sobrevivido 
a letales venenos.
Noctámbulo como un búho ciego.
Sabe acariciar con mimo, sereno,
el corazón de la que tiene
entre sus brazos.
Joya del guitarreo.

Titán y titánide
son mis padres,
que mantienen en sus palmas
nuestras vidas, pesados pilares.
Mi madre me brinda el arte,
y disipa mi inocencia.
Vive a contracorriente.
Ejemplo para el que acepta la muerte.
Y mi padre, con su prudencia,
esconde el miedo, y saca fuerzas
de flaqueza.
De tripas corazón.
¿He dicho que son titanes los dos?

Esto me pasa 
por examinar demasiado
lo que esconden 
los ojos de un marinero.
De boquilla, imaginado.
Pero que después de todo,
el rumbo ha visto hallado.

Vuelvo donde estoy.
¿Qué ha pasado?
El cigarro se me ha apagado.

A.J.P.R.

Tenlo presente.

¿Dónde termino si solo camino
dándole la espalda al Sol?

Entre recodos de lamento
y caminos de cara al viento,
mi fuerza se merma, y lento
se hace el sendero corriendo.

Pero con las prisas del sufrimiento,
termino con el corazón rápido latiendo,
cayendo en el abismo
de la pérdida del tiempo.

No me esperes en tus sueños
cuando sin rumbo yo me encuentro.

Así que antes de sucumbir a la muerte,
lo que no te mate,que te haga fuerte.

Recuérdalo, y tenlo presente
para ayudar al que se pierde.
Pero sólo al que es de bondad latente.
                                                          A.J.P.R.

Una pluma al viento.

Una pluma al viento,
palabras con un silencio.
Los árboles bailando al son,
y la escafandra llena de cuentos.

Arrastrándose por los barbechos,
se lamenta un alma buena.
El sentimiento de un cantinero mirando el Sol.

Que vengan los altibajos,
tengo la espiocha en la mano.
Trabajaré noctámbulo hasta el alba.
Entre mis piernas se escapan las ratas.

Vino en las venas.
Las naranjas en la escalera.
Lavanda en el sombrero.
Esta es la historia de un barrendero,
que sin serlo, se le escapó el santo al cielo.
Y una pluma al viento...
                                   A.J.P.R.

Cansado.

Me despierto con ganas de acostarme.
Las ganas de levantarme
se disipan en el aire.

Pero vivir durmiendo limita mi talento,
aunque soñar sea la tentación
de estar muerto.

Cierra la puerta
que por el marco entra el viento.
Y ahora me encuentro sin aliento.
                                                A.J.P.R.

Consciente de ser imperfecto.

No hace falta que me lo repitas,
sé la mar de bien que las rejas de mi ventana
sin impares.
Y que soy el yugo del lamento
de un hombre que camina lento.

¿ O era el miedo a serlo
lo que me hizo contento?

Renovar mi lista de sueños
me ha hecho eterno.
Libre de pecados
que eran los jueces del averno.
Consciente de ser imperfecto.
                                             A.J.P.R.

miércoles, 4 de enero de 2012

Para mi estrella.

Como soldado, marinero,
tirititero o capitán,
vi abrirse ante mí
un poco más el cielo.
La estrella alumbra mi caminar.
Enfermé y dudé de mis reacciones.
Las sirenas logré dejar atrás.
Como mástil una guitarra
y la vela la mueve tu suspiro.
No soy caballero apuesto,
y aún así apuesto mi calavera
a que seré tu centinela
sin cadenas en las manos.
Jamás te sientas en soledad al despertar
Me quedo corto con palabras
cuando te intento embriagar.
Tu aroma es droga que me duerme,
polvo de estrellas.
Y así es como he visto
cielo y mar juntos.
Lugares donde tratar de buscarte sitio.
Pero era más difícil de lo previsto,
porque a veces creo que no existo
y me caigo entre los guijarros,
dañándome como nunca antes.
El recuerdo del olvido.
Ahí me basta mirar al cielo y al mar.
Rememoro lo feliz que vuelvo a ser ahora.
En mi garganta hay llagas que resienten mi voz.
No me gusta decirlo fácil.
Te necesito como la vida,
otros se venden llamándose esclavos del amor,
pero eso es porque aún no te han visto,
para ellos la libertad aún es un rumor.
Temo de ser poco escueto,
pero para agradecerte los te quiero,
tiro al fuego los sonetos.
Me has concedido el sueño de Ícaro,
las alas y el renacer de un nuevo fénix.
La facilidad de volar.
No estás sola en el firmamento,
soy cometa de cercana trayectoria.
Conocí un nuevo paraíso,
donde no hay veda ni camino
para los que quieren ser narcisos.
Tus ojos me absorben
hasta llevarme al infinito.
No me hacen rico los doblones
o todo lo que tuviere que ver con la tesorería.
Me hace rico tu compañía.
A.J.P.R.

martes, 3 de enero de 2012

La promesa del hombre de campo.

Hay una saga de personas, que se pierden entre terrones.
Llevan sus ojos al campo, donde perviven sus ilusiones.

Con guitas, mallas y navajas, van remiendando,
dejando a su paso con silencia,huellas y colillas de tabaco.

Mi amigo Paco maneja el arte del alambre,
y conoce el canto del jilguero, el verdón y el gorrión
cuando suena entre los naranjales. 

Aquellos donde me asombra orientándose,
porque hay que saber andar entre los matorrales.

En esta gente reside hasta tal punto la nobleza,
que alcanza el profundo significado la palabra promesa.
                                                       A.J.P.R.