lunes, 28 de diciembre de 2015

Cuchillo de las más firmes esperanzas.

El odio se ensalza con nosotros. Se agarra de la mano al miedo, y ambos te persiguen, mientras no dejas de correr y tropezar, desgarrándote la piel, llorando, pidiendo clemencia.
 Y mientras todo esto ocurre, hay otra persona, ahí fuera, que sólo piensa en lo bonito que es su peinado,o lo bien que le sientan unas botas. Sin saber que existes, mientras huyes y te escondes.
 Corres, y la gente ve cómo estás en apuros, te siguen con la mirada, y ves cómo sonríen, quietos, grises.
 Cuando no puedes correr más y caes al suelo, no te levantes, ellos ya están ahí, para no dejar que lo hagas. Toda esos monstruos.
 Despiertas, y vuelves a recordar que alguien te persigue.

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